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Seresto®: mecanismo de acción. Seresto® es un collar antiparasitario para perros y gatos. Combina dos principios activos: imidacloprid (10%) y flumetrina (4,5 %).

Estudios sobre las CVBD

La leishmaniosis es una de las enfermedades caninas de transmisión vectorial (CVBD) más importante y de mayor gravedad, ya que puede ser mortal en perros.

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Con el objetivo de poner luz sobre este riesgo, en Elanco iniciamos una campaña para concienciar a los propietarios sobre la importancia de proteger a su perro todos los días y noches del año.

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Módulo Abordaje multimodal de la prevención de la leishmaniosis: chequeos serológicos anuales, repelentes y vacunas

Patrocinado por Seresto® y Advantix® de Elanco
Ana Montoya
LV, PhD, Acreditada AVEPA, Diplomada por el Colegio Europeo, Profesor Contratado Doctor del Departamento de Sanidad Animal, Facultad de Veterinaria, Universidad Complutense de Madrid
Marta Mateo

LV, PhD, Profesora Ayudante Doctora. Facultad de Farmacia. Universidad Complutense de Madrid

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Módulo Abordaje multimodal de la prevención de la leishmaniosis: chequeos serológicos anuales, repelentes y vacunas

Parte 1

1.1

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El control de la leishmaniosis canina es multimodal y se debe realizar mediante un diagnóstico precoz, el tratamiento de los perros enfermos, la vacunación de perros sanos y la lucha antivectorial mediante el uso de insecticidas con acción repelente, así como otras medidas aplicadas sobre el entorno para reducir la presencia del vector.

1.2

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La detección precoz de la enfermedad permite actuar frente a ella desde estadios iniciales y establecer medidas terapéuticas para frenar la multiplicación del parásito y el progreso de la enfermedad.

1.3

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Se recomienda la realización de análisis serológicos cuantitativos mediante las técnicas de Inmunofluorescencia indirecta (IFI) o ELISA, anual o semestralmente, para la detección precoz de la infección por Leishmania infantum en perros que vivan o viajen a zonas endémicas de leishmaniosis canina.

1.4

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Los chequeos serológicos anuales o semestrales en los animales donantes de sangre y en los reproductores son fundamentales para detectar la infección por Leishmania infantum, y así evitar la transmisión a otros animales a través de las transfusiones de sangre y las infecciones venéreas y/o congénitas.

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Parte 2

2.1

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La detección y el tratamiento de los animales con leishmaniosis se considera una medida de control eficaz, ya que éstos pueden servir como fuente de infección para los flebotomos. Por otro lado, los estudios de xenodiagnóstico han demostrado que tras el tratamiento con leishmanicidas (ej. antimoniales pentavalentes) solos o combinados con leishmaniostáticos (ej. alopurinol), el poder infectante de los perros se reduce o anula.

2.2

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Entre las medidas de control de la leishmaniosis canina se incluye: la gestión medioambiental, el uso de insecticidas y la protección de los individuos mediante barreras físicas y repelentes. Es decir, la reducción de las poblaciones de estos insectos, o bien con tratamientos insecticidas actuando sobre el medio ambiente en el que residen, con actuaciones destinadas a modificar o destruir su nicho ecológico, o con las actuaciones realizadas en torno al hospedador.

2.3

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En el control de la leishmaniosis canina es fundamental evitar que los flebotomos se alimenten sobre sus hospedadores, ya que está demostrado que todas las actuaciones dirigidas a impedirlo influyen directamente en la disminución de la incidencia de la enfermedad.

2.4

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La lucha antivectorial debe incluir la aplicación de un insecticida y repelente tópico de acción prolongada, que eviten la picadura y por tanto la transmisión de la infección. Este insecticida debe haber sido aprobado por las autoridades sanitarias con esta indicación y deberá utilizarse durante todo el periodo de actividad de los flebotomos.

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Parte 3

3.1

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Los insecticidas y repelentes tópicos aprobados por la AEMPS son piretroides sintéticos (generalmente permetrina, deltametrina y flumetrina) solos o en combinación con otros insecticidas y se comercializan en formato collar, spot-on y pulverización. Los collares son eficaces al cabo de 7 – 14 días tras su aplicación y su efecto perdura hasta 8 – 12 meses. Las formulaciones spot-on son eficaces al cabo de 48 horas tras su aplicación, teniendo una duración de 3 – 4 semanas; mientras que los productos en formato pulverización tienen una eficacia repelente inmediata.

3.2

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En el control de la leishmaniosis canina, además del uso de insecticidas se recomiendan otras medidas de control frente al vector tales como colocar mallas o mosquiteras (0,3 – 0,4 mm2) en puertas y ventanas, eliminar zonas de escombros, maderas, restos de poda y tapar grietas en paredes que puedan favorecer el desarrollo y la cría de los flebotomos. Asimismo, es importante durante la época de actividad del vector que los perros duerman en el interior de la vivienda desde el atardecer al amanecer, cuando el vector presenta su máxima actividad.

3.3

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Los repelentes reducen considerablemente el riesgo de infección por L. infantum, pero no previenen la aparición de enfermedad una vez que el perro se ha infectado. La vacunación no evita la infección, pero sí puede reducir la probabilidad de que se desarrollen signos clínicos y la progresión de la enfermedad.

3.4

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En las últimas décadas se han hecho importantes avances en la selección de antígenos de Leishmania como candidatos vacunales y de adyuvantes, no obstante, como las vacunas disponibles no son 100% eficaces deben combinarse siempre con repelentes tópicos.

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Parte 4

4.1

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Una vacuna eficaz deberá inducir una respuesta inmunitaria Th1 fuerte y duradera para prevenir el establecimiento de la infección inicial, o bien, controlar su progresión hacia la enfermedad. En la actualidad, a nivel mundial hay dos vacunas disponibles frente a la leishmaniosis canina, LeishTec en Brasil y Paraguay, y LetiFend en Europa. La vacuna se aconseja en animales sanos y seronegativos que vivan en zonas hiperéndemicas o endémicas con un elevado riesgo de exposición al vector.

4.2

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La vacuna LetiFend es una vacuna DIVA (Differentiating Infected from Vaccinated Animals), pues permite discriminar mediante técnicas serológicas o inmunológicas a animales vacunados de animales infectados, al inducir una respuesta inmunitaria únicamente frente al antígeno que la compone, la proteína Q, obtenidas por técnicas de ingeniería genética.

4.3

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La única vacuna actualmente disponible en Europa está compuesta por el principio activo “proteína Q”, una proteína recombinante que contiene cinco antígenos de L. infantum, y sin adyuvante. La primovacunación consiste en la aplicación de una dosis única por vía subcutánea, presentando una respuesta inmunitaria adecuada al cabo de los 28 días post-vacunación. La revacunación deberá ser anual. Esta vacuna sólo debe ser administrada a perros sanos, a partir de los seis meses de edad, seronegativos analizados previamente mediante serología cuantitativa.

4.4

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La vacunación se debe considerar con un enfoque multimodal, su uso debe estar basado en una valoración beneficio/riesgo, y debería considerarse el uso combinado con repelentes para una óptima prevención frente a la infección y al desarrollo de la leishmaniosis clínica.

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Parte 5

5.1

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La respuesta inmunitaria previa que tenga un perro antes de la aplicación de la vacuna influye en el éxito o fracaso de la respuesta ante una infección. Por tanto, se debe evitar que los perros que van a ser vacunados, presenten enfermedades o infecciones que les predisponen a tener una respuesta inmunitaria celular Th2 elevada.

5.2

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Las medidas de prevención frente a la infección de L. infantum mediante el uso de repelentes y la aplicación anual de la vacuna LetiFend, aunque disminuyen el riesgo de la infección y desarrollo de la enfermedad, respectivamente, no pueden asegurar una protección total, por lo que estas medidas deben siempre acompañarse de un control anual o bianual mediante la detección de anticuerpos frente a L. infantum.

5.3

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La capacidad del sistema inmunitario para hacer frente a la infección por L. infantum hace que un perro desarrolle o no la enfermedad. Por tanto, evitar situaciones de estrés, tratamientos o enfermedades inmunosupresores pueden evitar que un perro desarrolle la enfermedad clínica.

5.4

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El veterinario como responsable de Salud Pública, juega un papel fundamental en la lucha frente a la leishmaniosis canina puesto que es el profesional que está en estrecho contacto con los propietarios de los animales, pudiendo detectar de forma precoz los primeros signos clínicos y recomendar programas de prevención (diagnóstico y control) específicos para cada animal dependiendo de su situación epidemiológica.

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Autora: Guadalupe Miró, Catedrática del Dpto. de Sanidad Animal. Responsable de la Consulta de Patología Infecciosa y Parasitaria, Facultad de Veterinaria. Universidad Complutense de Madrid.

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Autoras: Guadalupe Miró, Catedrática del Dpto. de Sanidad Animal. Responsable de la Consulta de Patología Infecciosa y Parasitaria, Facultad de Veterinaria. Universidad Complutense de Madrid y Ana Montoya, Licenciada en Medicina Veterinaria, Doctora, Diplomada por el Colegio Europeo, Profesor Contratado Doctor del Departamento de Sanidad Animal, Facultad de Veterinaria, Universidad Complutense de Madrid

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Autoras: Guadalupe Miró, Catedrática del Dpto. de Sanidad Animal. Responsable de la Consulta de Patología Infecciosa y Parasitaria, Facultad de Veterinaria. Universidad Complutense de Madrid y Ana Montoya, Licenciada en Medicina Veterinaria, Doctora, Diplomada por el Colegio Europeo, Profesor Contratado Doctor del Departamento de Sanidad Animal, Facultad de Veterinaria, Universidad Complutense de Madrid